martes, diciembre 15, 2009

INGLATERRA.




Odio volar por muchos motivos. Primero, porque los aviones contaminan una barbaridad y después nos toca compensar plantando arbolitos. Segundo, porque creo que voy a morir cada vez que piso uno.

Entro, y miro a la azafata que nos recibe, a ver si tiene cara de ser su último día. Ahora, me siento relajada hasta que se ponen los motores en marcha, antes era una llantina continua, un "¿para qué habré subido?".

No me gusta volar porque no puedo ser independiente y viajar sola, necesito sentarme bien agarrada a mi Pedro, que le destrozo el brazo de los apretones que le doy. No puedo viajar sola por lo que os he dicho antes, si voy a morir necesito hacerlo cogida a alguien que quiero.

Una vez arriba, consigo centrarme, leer o entretenerme con cualquier cosa, antes era impensable, pero vamos avanzando...eso sí, en la primera turbulencia vuelve la ansiedad a atacar despiadadamente y vuelvo al refugio, cual avestruz, a esconderme en el brazo del que tengo al lado.

Me regalaron un libro para perder el miedo a volar, y resulta que el libro me dió ideas nuevas de cosas que pueden suceder que ni siquiera había pensado. Al primer bache turbulento me voy mentalmente a una frase de ese libro que explicaba que el avión puede soportar siete veces más que la mayor de las turbulencias, vale, ¿y si hay una turbulencia no detectada ni descubierta a la que el avión no se pueda enfrentar?, ¿y si justamente nos la encontramos de frente cuando voy yo dentro del chisme?, ¿y si se escacharra el motor porque algún objeto flotante no identificado se cuela por una ranura?, ¿y si el viento parte las alas?, ¿y si se equivoca el controlador y chocamos con un avión ruso?, ¿y si todo lo que puedo imaginar, todas esas cosas catastróficas que pienso se hacen realidad?, uffff, solo el torbellino que hay dentro de mi cabeza es suficiente turbulencia para pararme el corazón, y es que lo de sentirme colgada en las nubes no es lo mio.

Hace años decidimos evitar el avión a toda costa, y por eso esta vez hemos dado muchas vueltas para ver si podíamos llegar hasta Inglaterra en ferry, que si, pero los horarios de regreso no se nos amoldaban. En tren, que también, pero andábamos igual, mal de horarios y tiempo. Finalmente, nos tocó coger un vuelo que nos dejó en un par de horas en nuestro destino, es casi milagroso.

Un folio en blanco es el motivo que nos llevó hasta Inglaterra, un papel a rellenar con cita previa, mil ilusiones puestas en este viaje, ilusiones flotantes como el avión que nos dejó con final feliz en tierra.

En cuanto llegué me acordé de mis guantes y de mi gorro. Una maleta con 24 kilos de peso para dejarme en casa lo más importante, fresquitos, fresquitos...

Vaquitas, campiña, casitas de monopoly, todo tan verde, tan bonito, tan organizado, tan señalizado, tan limpio...

Llegamos de noche a uno de los cinco aeropuertos de Londres. Cansados, más de emociones que de esfuerzos. Creo que los cambios en la rutina, el subir, el bajar, los escenarios nuevos que captan toda la atención, el movimiento, las idas, las venidas, la media vuelta, todo eso agota, y una termina acurrucada en la cama más feliz que una perdiz, a esperar un nuevo y gris amanecer, probablemente lluvioso, por tierras británicas.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Lore guapa que haces hoy a las 8? nos pegamos unas carreras para quitarnos la tension acumulada? tu por tu miedo a volar, yo porque soy tensa de naturaleza...

Lorena dijo...

Anónimo: ¿Adivino que eres María???, trabajo esta tarde hija, últimamente ando con el agua al cuello, me falta tiempo por todas partes, pero espero que el año nuevo me deje espacio para poder escapar de nuevo que ya me empieza a hacer falta. Esta semana imposible y la que viene...imaginatela!!!Navidad, Navidad, dulce navidad!!!. Empezamos de cero en año nuevo?

El árbol que nunca dió manzanas dijo...

Me apunto a lo de empezar de cero, por si acaso me cuesta, he empezado hace unos días.
Me he girado el chip, dirección... a donde sea pero de otro lado, y ahí andamos, perdidas pero con ganas de descubrir hasta donde llegamos.
Y sí, en ese nuevo rumbo también me gustaría dormir en la campiña inglesa rodeada de vacas.
El avión da más que miedo pero el rumbo está marcado, no hay marcha atrás hasta el año que viene.
Se siente.

Espero que puedas disfrutar de esas turbulentas sensavciones este año de nuevo, veo al leer, que al final mereció la pena.

Saludos de Alica Martínez.

Lorena dijo...

Manzana: Bueno, no es mala idea empezar de cero antes de que empiece el año, como decía Scarlatta O´Hara, "lo pensaré mañana".
Mereció la pena sin duda, siempre merece la pena encontrarte con otros mundos dentro de este mundo. Un abrazo, especialmente uno para Noa.

El árbol que nunca dió manzanas dijo...

De tu parte¡¡¡
Hoy ha traido las notas, las ha aprobado todassssssssssssss¡¡ me he puesto a llorar de contenta.
El esfuerzo merece la pena cuando ves esa carita linda con una sonrisota en los labios.
Ella si que se va a comer el mundo, llueva o truene, en bici o en patines, se lo come seguro¡¡¡

Lorena dijo...

Alicia: ¡Muchas felicidades para Noa!, eso si es una muy buena noticía, esas notas valen por tres y sin duda son un adelante de todas las cosas bonitas que le esperan, el mundo a sus pies. Me alegro mucho!